sábado, 22 de marzo de 2008

Estación

Lo extrañaba. Realmente lo extrañaba. Y cuando lo vi aparecerse por sorpresa, ya que no sabia que iría, reconfirmé cuánto lo extrañaba. Él vino a saludarme y mientras se acercaba pensé en abrazarlo. Pero no, no lo iba a hacer, quedaría al descubierto todo mi amor por él. Le daría un simple beso en la mejilla y listo. Llegó hasta mí y me abrazó.

El ascensor subia piso por piso, mientras mi cabeza funcionaba. Dudaba que estuviese, tal vez no había vuelto de vacaciones, aún. Al fin se detuvo y pude abrir la puerta. Levanté el puño para golpear, pero antes de poder hacerlo, escuché su voz desde adentro. Ahora si, dí dos golpes. Ella me abrió, y rápidamente se formó una gran sonrisa en mi cara. Infinitas ganas de abrzarla se apoderaron de mi, pero no podía hacerlo. Había algo que no me lo permitia, un público no deseado por mi y, más tarde supe, que tampoco por ella. Me acerqué para saludarla. Pero ella no lo hizo, ella prefirió abrazarme.