sábado, 28 de junio de 2008

Rain falls down on me

It falls on the trees
And it falls on the stones
And it falls on the earth
And old dry bones
Rain falling all over the world
Rain falling on the little boys (and girls)
It falls in the pudles
And it falls in the snow
It falls wherever you go
It falls in the desert
When you're dying of thirst
It falls when you think
You're the last
But you're the first.

miércoles, 18 de junio de 2008

Buenos Aires gira.

Buenos Aires, 18 de junio de 2008.
Parket, Marioneta y Féretro, se disparan por una campesina. En ese campo no había pollos crudos. El cerro Rojo sobre el Río Verde y la nube Blanca, con su delantal y sus tazas de porcelana, en el cielo Azul -como el canal azul, entendiste Julián?-.
Los pases de la vida, las lineas de la vida. Nada te parará. Sigue rayando la tiza. ¿Vos? Dale. Uno, yo dos, ¿vos? Sí. Tres, vos sí, ¿vos? Claro. Cinco, seis, siete, ¿Chino? Bueno, bueno dale.
TOME ASIENTO DOCTOR.
Mirá que con culpa no, ¡eh! RISA MEDIANA. Ocho, entonces, bien merecidas. MINUTOS. Siguiste, siguiente, el que siga, cambio de mesa. ¡Cuidado! Siguiente, yo me reservo la mitad, siguiente. Sosteneme al perro. Sisi. Siguiente. No pará, la termino y vamos a comprar. Dale.

sábado, 14 de junio de 2008

Trompas de Falopio

Para serte fiel, no encuentro la lapicera y las palabras se me están resbalando.

La cosa que me daba más repugnancia y me hacía tener sucesivos escalofríos de la casa de Laura, era la esponja de lavar los platos. Siempre que me cruzaba con ella se encontraba junto con una virulana a la que se le enganchaba cada hilito con la esponja. Que ya quería aparecer en el tacho de la basura cuantos antes, vaya a saber como lo veía la dueña de casa. Todas las tazas andaban de un lado al otro de la pileta completamente sucias, pese a la caída de agua motivo del lavado de alguna otra pieza que tenga prioridad de uso. Su cocina era un alargado cuarto con la heladera a un costado. Sobre ella existía casi una selva entre bananas, mandarinas, un lazo de amor viejo y seco, e infinitas bolsitas llenas de yuyos y hojas de todo tipo. Desde cedrón a la manzanilla. También estaba nuestra preferida, la que tenía una raíz de jengibre, la cuál cortábamos en rodajas, al igual que un limón y los poníamos a hervir juntos en un jarro de acero inoxidable. A medida que pasa el tiempo el agua del futuro té se torna marrón rojizo. Laura cierra la llave del gas y sin cuidado alguno vierte mitad del contenido en cada taza. Hace regresar al jarro un cuarto de cada uno y vuelve a prender la hornalla. Una vez más hierve, mientras ella alborota el agua con una cucharita de metal que no deja de mover en círculos mientras repite: “esto no tendría que haber pasado en este momento”. Vuelve a dividirlo. Se llena de pulpa al estrujar el limón contra el borde de la taza, usando esa misma cucharita de metal. Me hace elegir una, pero nunca logra que yo lo haga, quizás por eso mi deber es lavar los platos, ya que ella detesta escoger taza primero al igual que yo. Lo terminaba haciendo ella. Con cada té en una mano, y dos libres contando las de ambas mujeres, paseábamos por su casa, hasta llegar a ese sillón que ocupábamos por un largo tiempo teniendo fija la mirada en el incienso más dulce, que ella había prendido antes de que yo llegue.

domingo, 8 de junio de 2008

Veintidós horas, cuarenta y siete minutos: estate ahí.

Sí, es ese, el que está parado en la esquina con un portafolios. Vas a ver: baja por la esquina y cruza. ¿Ves la camioneta? Bueno, camina detrás del auto gris, luego de la camioneta y sube a la vereda. A la altura de la casa que tiene luz se pega un lindo bailecito. ¡Uy! Parece que cambió de recorrido. Ah, no. ¡Qué susto!. Ahí está su baile.
Creeme, hay muchos así por estas calles.


jueves, 5 de junio de 2008

30 de mayo

Es como remojarse la punta de los dedos en agua tibia, en época invernal y sentir el áspero frío de la realidad.

lunes, 2 de junio de 2008

Huergo

Somos ocho. Una para cada uno queda. ¿Cuál es la mía? ¿cuál es la tuya?. Identifiquémoslas.
¿Querés venir? Tomaremos un té. ¿Miel y limón? Dos cucharadas de azúcar. No quiero que mal interpreten. Son hojas de otro árbol, nada del otro mundo. Una vela en el medio, pasaremos a la siguiente etapa.
El innombrable pisó mi suelo. Sonrió. ¿Notaste su gran cambio? ¿Tanto te sorprende?
Creo que sí, no creía no él. Hablaba y reía, comía y tomaba su dulce té. Cortas con la armonía, dijo. Lo escucharon, actuaron.
Quiero que me veas y quiero verte, quiero que la mires y que me mires y que nos miremos. Que nos sigas, si, hacelo.

Aquella era su taza, estaba salada.