Somos ocho. Una para cada uno queda. ¿Cuál es la mía? ¿cuál es la tuya?. Identifiquémoslas.
¿Querés venir? Tomaremos un té. ¿Miel y limón? Dos cucharadas de azúcar. No quiero que mal interpreten. Son hojas de otro árbol, nada del otro mundo. Una vela en el medio, pasaremos a la siguiente etapa.
El innombrable pisó mi suelo. Sonrió. ¿Notaste su gran cambio? ¿Tanto te sorprende?
Creo que sí, no creía no él. Hablaba y reía, comía y tomaba su dulce té. Cortas con la armonía, dijo. Lo escucharon, actuaron.
Quiero que me veas y quiero verte, quiero que la mires y que me mires y que nos miremos. Que nos sigas, si, hacelo.
Aquella era su taza, estaba salada.
lunes, 2 de junio de 2008
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