martes, 1 de diciembre de 2009

una loca de mierrrrrrrrda

Ya pasó una semana, es más, podríamos decir que estamos empezando la segunda, porque de hecho eso mismo está sucediendo. Yo, sacadísima. Histérica como ninguna. Uñas ya no tengo. Creo que ni siquiera un poco de espacio en la cabeza. La llave en la mano la puerta en el reflejo de mis retinas. Dios, me agoto. Creo que llegó la hora, no hay vuelta que darle, ni con qué darle, que es una de mis frases célebres de la semana. ¿Agarramos la llave? ¿Tratamos de entrar? ¿Por lo menos tratamos de intentar? Si total, cuando hoy mismo puse la llave, entró; es una buena señal, ¿no?
Entre tantas preguntas, ya puse la llave y forcejeé. No puedo creer, me tiré a la pileta, una pileta municipal, sucia, desde el verano que no se arregla quizá, y como si esto fuera poco, sin maya, seguro hay alguien mirándome, preparado para largar miles y miles de carcajadas, para colmo me voy a golpear la cabeza contra el borde cuando me vaya a tirar, quizá sangro, algún otro piensa que me indispuse, otras miles y millones de carcajadas, con la cabeza rota me desangro, muero y listo.
Me contestó. Ya me contestó. Y ni siquiera recién, ¡eh! Mientras estaba con toda la gilada del párrafo anterior, yo no lo puedo creer.

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